UN PERRO.

De vez en cuando una poesía tampoco viene mal. Aunque sea mala.
Al menos dirve para cambiar un poco la tónica hasta ahora.

Suena Bowie en el equipo
y desde mi silla, veo nacer la luna.
In crescendo, con su luz, la música.
Baña suavemente el alféizar de mi ventana.

Juega entre los hierros que, fríos, la aguardan,
nada en el cristal, silenciosa, helada,
y queriendo, sobre mi mesa se lanza.
Allí descansa, dulce, estática, blanca.

Ladra un perro afuera, muy lejos.
Mi vista se levanta.
La noche es clara
ominosa, pesada.

En la mesa, luz lunar
se deja acompañar, esclava,
de mis libros, de mis lápices,
de una pluma: acero, dorada y alba.

Una pluma que descansa
tras firmar mi autosentencia,
mi inmolación al mundo, mi sacrificio al alma
primordial, colectiva y única
de tantos y tantos seres que me hablan.

Es el fin...
La luna lanza destellos de plata.
Sobrecogido el corazón,
mi mano firme, ni un temblor,
empuña el arma.

..............
Luego, silencio y calma.
...........

Afuera, lejos, un perro ladra.